miércoles, 28 de diciembre de 2011

"Entre más grande, más fuerte el porrazo"

¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? (Mateo 7:3)

La decepción en algo que nos encontramos a diario en nuestras vidas.

Decepción… de un día que creíamos que iba a ser soleado, pero termina nublado y con frío… de una comida que pensábamos que tendría mucho mejor sabor… de un servicio que contratamos como telefonía o televisión, pero que no se entrega según nuestras expectativas… de una ropa que mandamos a pedir de muy lejos, esperando meses por ella, pero que al verla nos da esa sensación de que nos equivocamos... de una red social en Internet (Google +) que ni siquiera da para hablar... de ese enfriador de aire que compramos esos días de mucha calor, pero que no enfría como realmente queríamos… de esa película que tanto esperamos y que ni siquiera se asemeja a lo que nos habían comentado.

Pero existen decepciones más profundas y significantes que las que acabo de mencionar. Y son las decepciones que tenemos con relación no a cosas o situaciones, sino a personas.

Pensamos que las personas con las cuales nos relacionamos deberían ser de tal o cual forma, sin embargo, nos encontramos con realidades que distan mucho de nuestros conceptos, visualizaciones superficiales de hechos, ideas preconcebidas o atesoradas por comentarios escuchados de otras personas, etc., que hacen que nuestras relaciones se transformen en, sino miserables al menos tristes y decepcionantes. Y claro, para evitar esos sentimientos negativos en nosotros mismos con relación a esas personas que pensamos que serian “de otra manera” (manera mucho mejor de lo que son realmente) , nos alejamos o simplemente desechamos.

No quiero entrar a juzgar tus relaciones y tus expectativas de los demás.

Solo quiero ser puntual y señalarte que cuando pensamos en los demás con expectativas muy elevadas, siempre, SIEMPRE nos vamos a decepcionar de ellas. Entonces, el problema no está en las personas que “nos fallan” sino en nosotros que ponemos en “pedestales elevados”  a personas tan falentes como tú y como yo.

Colócate a ti mismo en ese pedestal y espera de los demás menos de lo que demandas de ti mismo, jamás más.

No te decepciones de las personas, no te hagas a ti mismo infeliz. Considéralas como tales. Seres humanos pecadores e imperfectos como cada persona  que habita este paneta, porque entre más alto colocas a una persona (sea, esposo, hijo(a), familiar, jefe, colega, pololo(a), suegra(o), amigo(a), etc.) más fuerte será el porrazo.