miércoles, 23 de noviembre de 2011

“Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:15)

¿Has viajado distancias largas alguna vez? Yo sí. He viajado a Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina, Perú y por supuesto dentro de mi propio país. Una vez aquí en Chile, viaje desde la Isla de Chiloé en el sur, hasta Arica en el norte. No fue en avión ni en auto, sino en bus, era estudiante. Fueron más de 3000 kilómetros, una verdadera odisea.

Cada vez que me subo a un bus para viajar distancias largas, simplemente me recuesto, leo, y duermo confiadamente. Disfruto del trayecto y doy por hecho de que voy a llegar a mi destino a la hora señalada.

No cuestiono, ni voy donde el chofer para encararle que cuide su manejo, ni nada. Simplemente sé que si me subo a un bus u otro medio, voy a llegar a mi destino.

Este es solo un pequeño ejemplo de las confianzas que colocamos en diferentes personas a lo largo de nuestra vida. En el panadero que hace ese rico pan que comemos en la mañana. En el doctor que nos receta un remedio completamente desconocido para nosotros, pero que no dejamos de tomar en las horas señaladas, etc.

Pero ¿Cuántas veces cuestionamos al Dios de todo este universo, que te quiere y ama tanto?

Dios hoy nos llama a confiar plenamente en que Él “Nos oye en cualquier cosa que pidamos” (conforme a su voluntad) y “sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”.

Entonces, la confianza no está en la respuesta a  nuestras oraciones, sino EN EL MOMENTO CUANDO ORAMOS. Cuando expresamos nuestras peticiones a Dios, creyendo que de Él recibiremos la respuesta.

Si confiamos en un chofer de bus, que nos llevará a nuestro destino ¿Cuánto más debemos colocar toda nuestra confianza en Dios que “tiene cuidado de nosotros”?

La próxima vez que ores, que expreses una petición a Dios, es el momento de confiar. Siéntate tranquilamente, lee, disfruta el viaje porque Dios es el chofer, y con toda seguridad te llevará a tu destino.